miércoles, 30 de marzo de 2011

La juventud de hoy está en la nube


España la conformista, la de las huelgas que en general no se secundan, la vieja piel de toro de nuestros padres en la que a raíz de las luchas estudiantiles de la transición se establecieron las bases para que se vivieran los años más dorados de la historia del Estado. Un país donde no existía el límite para crecer porque se construía a partir del vacío; porque desde la nada se construye el espacio para conseguirlo todo y cuando uno lo consigue no le queda ninguna objeción por la que luchar.

La generación que construyó la democracia vivió mejor que sus padres y vivirá mejor que sus hijos. Nuevos tiempos han llegado y al parecer las nuevas hornadas de estudiantes –las mejor formadas de la historia— van a tener que exprimir su ingenio para construir nuevos espacios vacios que completar, nuevos techos que alcanzar. Ya no sirve seguir a la zaga de las tendencias europeas. Ahora España debe ser el creador de nuevos cánones, buscar su propia personalidad más allá de ser el eterno aspirante.

El panorama parece desolador: la primera impresión es que nuestros jóvenes se conforman con salir bien en la foto del Tuenti y que no los pille la policía haciendo botellón. Nada más lejos de la realidad. Es cierto que no hay un espíritu de mayo del 68 y que no se ven grandes concentraciones masivas de Atocha a Sol. Pero este movimiento existe y, ¡vaya si existe! Lo que ocurre es que es menos visible ya que ni se produce, ni se expresa de la manera tradicional. Vivimos en la era digital. Vivimos en la nube.

Movimientos como: ¡No les votes!, ¡No vas a tener casa en tu puta vida! o Anonimous, están ampliamente arraigados en la cultura universitaria de comienzos del siglo XXI. Otros como la lucha contra el canon digital o la batalla en contra de la Ley Sinde a priori pueden parecer frívolos ya que los medios de comunicación, esos grandes dinosaurios mediáticos anclados en la mentalidad capitalista del s. XX, los enfocan siempre en la misma dirección: las descargas gratuitas. Nunca se profundiza en el tema.

Nuestra generación es la generación de internet y en la nube la mayor parte de los contenidos son gratuitos. Esto está desatando un cambio de mentalidad en la juventud que piensa que otro mundo es posible. Un mundo sin grandes grupos empresariales, con una comunicación multilateral, sin censura y con menos intermediarios que hacen posible conseguir cualquier cosa a un precio más justo para el consumidor y para el productor.

Aún queda mucho camino por recorrer y lo más importante: un cambio de mentalidad que establecer. Para los jóvenes la Ley Sinde esconde un oscuro anhelo de los poderes fácticos por controlar la libre circulación de la información, por encorsetar la democratización de la cultura, por continuar la escalada hacia la consecución de una verdadera democracia basada en una participación real, activa, consultiva y a través de nuevos canales.

Estos cambios –imposibles hace escasos 5 años—son hoy una realidad. Falta tiempo para que se afinquen y sean mayoritarios. Necesitamos construir nuevas herramientas de participación y aprender a canalizar las que ya tenemos. No es el momento de sentarse a esperar, pero puedes estar tranquilo: el futuro nos pertenece y el poder siempre lo ostentará el pueblo.

No hay comentarios: